En momentos como ayer, hoy y mañana,
donde las lagrimas laban mi rostro,
agrietado por la pena de tu ausencia.
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Las palabras ya no tienen sentido,
en un mundo tan inexpresivo,
en un mundo tan olvidado,
como vuestra Villarrica.
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El techo de la casa pesa cada día,
con la llegada de la soledad.
y tu rostro difuso,
se me escapa de las manos.
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La casa se hace más fría,
tras el caer de tu ausencia,
y tu rostro ténue, fragil, quebradizo,
se aleja, se olvida, se escurre.
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Se escurre para buscar,
espacios de amor y encuentros,
espacios donde volar;
cada día más libre y más alto.
a mi Padre..
que se marchó con la triste despedida de la sorpresa en los labios y un eterno cerrar de ojos.
