domingo, 12 de septiembre de 2010

Sensaciones



Ayer, después de haber vivenciado la obra Lautaro, quede entre pasos acompañados por mi sombra, con la sensación de haber congelado el tiempo, de que los semáforos se quedaron por un par de horas en amarillo y los autos increíblemente no tocaron sus bocinas, las hojas que apunto de tocar el suelo se suspendieron para tiempo después cobijarse lentamente en el pavimento.


Ayer, después de haber visto la hermosa actuación de Gonzalo interpretando a Curiñancu, una parte de mí se congelo con el momento. Mis pestañas enmudecieron tras la aparición de la primera escena y se asombraron al ver como continuaba la historia.


Lautaro logró remover emociones ya olvidadas en el último cajón de mi velador.

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